CAPUTILO XX “LA RESISTENCIA”.
Resistencia era el festival de navidad,
también era pasar cartas de un campo a otro, hubo una prisionera seleccionada
que se enfrentó a un guardián de la S.S le arrebató el revólver y se puso a
darle de golpes esto era una explosión de valores esperado. Los alemanes
llamaban o consideraban a este acto responsabilidad colectiva
A las
prisioneras rusas y polacas les ordenaban entregar a sus hijos y ellas serian
evacuadas. Para reconocer después a sus hijos les colgaban cruces o medallas.
Las madres derramaban lágrimas y caían en severa depresión pero no había
consecuencias de rebelión ni un suicidio si quiera, había entrado un explosivo
en el campo y las sospechas apuntaban a unos guerrilleros rusos. Su objetivo
era volar todo el crematorio.
Conoció
a una mujer de la unión soviética, la doctora Mitrovna era cirujana rusa.
Oponía una autoridad de respeto y todo lo que decía se hacía hasta el doctor
Mengele accedía. Había empezado un combate, mucho murieron pero eso no le
impidió a la doctora Mitrovna seguirá firme y expresando respeto. Ella decía
quien atendía a los enfermos y quienes los trasladaban en la camilla, todos
habían notado que Auschwitz y Birkenau habían cambiado por completo.
Tomas Monsreal Karen Paola
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CAPITULO XXI “¡PARIS EN LIBERTAD!”.
Un día
se presentó un pequeño joven francés a la enfermería, a Olga se le hizo
familiar pero no parecía el mismo, la miraba con una mirada tan sospechosa
llena alegría pero no sabía cuál era la causa del porque sonreía, le dijo que
parís había sido liberado y ella había quedado paralizada, no supo decir nada y
hasta se olvidó de curar al chico francés, no sabía si creerle en verdad o si
de verdad estaba loco.
La
noticia había corrido muy rápido, de una a otra internada ya no sabían cómo
disimular pero solamente giñaban y hacían muecas, todas estaban tan felices que
se abrazaban y besaban. Cada que corría el rumor se le añadía un nuevo detalle
al chisme original.
Se
había proclamado una nueva regla la cual decía que toda prisionera que tuviera
parientes en estados unidos serian intercambiadas por prisioneros alemanes, y
deberían de dar datos los cuales consistían en el nombre, dirección antigua,
fecha de nacimiento, etcétera, esto ocasiono en revuelco entre los detenidos,
estaban realmente preocupadas, día y noche penando en parientes y nombres,
incluso se ponían a llorar de desesperación, no sabían que hacer, en cambio las
demás ya lo tenían resuelto porque como ellas ya habían viajado no tenían nada
de qué preocuparse.
Cuando
salieron los americanos se habían dado cuenta de que la barraca 28 se encontró
a un norteamericano, que se llamaba Albert Wenger, era abogado y experto en
economía, cometió un grave crimen, oculto a una judía y por eso fue mandado al
campo. Olga trato de contactarlo pero fue imposible y tuvo el mismo resultado
que los demás intentos.
Tomas Monsreal Karen Paola
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CAPITULO XXII “EXPERIEMENTOS
CIENTIFICOS”.
Realizaban
experiemntos con los humanos, solían llamarlos conejillo de indias humanos. Una
vez que eran utilizados los humanos morían, los alemanes querían averiguar un
nuevo medicamento para curar a los que avían sido quemados con las bombas de fósforos.
Habían
inventado una dosis de morfina la cual su utilidad era provocar sueño, pero no
les salió efectiva. La modificaron varias veces y nuevamente y introdujeron a
veinte hombres en una noche tan siquiera, y en la mañana siguiente resultaron
muertos, volvieron a modificarla y esta vez la probaron en setenta mujeres la
cuales también resultaron muertas.
El
doctor Mengerle estaba realizando dos investigaciones sumamente importantes; se
trataba de gemelos y enanos, cualquier gemelos que invadiera el campo de
cualquier sexo y/o edad era motivo suficiente para llevárselos directamente al
doctor Mengerle, y los enanos eran coleccionados por el mismo.
La
compañía Beyer mando medicinas especiales para la cura de los tuberculosos,
estos n o fueron enviados a la cámara de gas pero de lo contrario ellos tenían
que morir en ese lugar. Los pulmones de los pertenecientes fueron llevados a
los laboratorios de la misma compañía.
Un
instituto había envía vacunas y por obvias razones tenían que ser probadas en
los conejillos de indias para poder ser perfeccionadas a su modo y poderlas
utilizar en pacientes que realmente las necesitarían.
Los
alemanes querían averiguar cuanto tiempo tardaban en morir personas bajo el sol
y sin una gota de agua, como siempre los desgraciados utilizaban a un
prisionero, pero esta vez escogieron a uno de alta clase, el cual era Francés y
tardo mucho tiempo en que esas preguntas formularan unas respuestas.
Tomas Monsreal Karen Paola
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CAPITULO XXIII “AMOR A LA SOMBRA DEL
CREMATORIO”.
La
ley de la naturaleza es el amor que se daba entre hombre y mujeres y ni
siquiera a la sombra del crematorio podía impedir las emociones de los humanos.
Los superhombres
querían disminuir el apetito sexual, para ello inventaron que echaban un polvo
en cada comida que se les daba para disminuirlo. Pero como los hombres de la
S.S las tenían en sus manos y no podían verlas desnudas proporcionaron burdeles
con prostitutas alemanes para satisfacerse, eso era como un privilegio y
decidieron llevarlos a los campos de los hombres, era considerado como un favor
para ellos.
Todo
mundo se dirigía a la persona que le interesaba llamándola de tu, jamás de
apellidos, no querer que sus sentimientos fueran confundidos con amistad o
vulgaridad, los únicos hombres que veían eran lo que iban a arreglar los
caminos, abrir zanjas y realizaban un cien fin de cosas.
Se
les trataba tan mal a las mujeres, se dedicaban cantar para ganarse un poco de
comida de sus compradores, las formaban de tres a cuatro hacia el fondo y las
tenían con las manos estiradas como si fueran pordioseras. Había pocos hombres
que se conmovían y les daban un poco más de ración en su comida, así se le
llamaba a la moneda para el índole sexual.
Todo
esto está bajo la responsabilidad del campo.
Tomas Monsreal Karen Paola
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