lunes, 29 de abril de 2013


Lunes 29 de abril de 2013.
CAPITULO VIII “SOY CONDENADA A MUERTE”
 Habían pasado internadas ya varios días, estaban a un palo de volverse locas, puesto que el único trabajo que realizaban era asistir a las formaciones. Estaba tan delgada pero tan delgada, peor que un esqueleto, sufría de calentura y ataques de tos, no tenía nada con que taparse y siempre sentía calofríos. Un día que sentido muy mal, más que los días pasados y cogió un pesado de tela que le había prestado una de sus vecinas, haciendo lo mismo que ella, Magda una amiga suya cubrió su garganta con otro pesado de tela, pues sufría de anginas, pero no estaba permitido eso, era como un pecadillo, una violación hacia su uniforme, no podían cambiarlo ni alterarlo con otras prendas de lo contrario serian castigas y así fue, Hasse reporto los cambios y las golpeo hasta que se le dio la gana, y eso no se le hizo suficiente, todavía las designó para la “selección”.
Eran trasladadas en un camión pero aún no llegaba, había un par de docenas de seleccionadas de su barraca, todas las internadas creían que todo lo que se escuchaba de las cámaras de gas no eran más que rumores, estaban a unos cuantos centenares de metros de las “panaderías” y no era tan fácil hacer entender a la mayoría de las mujeres que se dirigían a los crematorios, aun hiendo dirigidas a empujones a la cámara de gas, no podían creerlo. Olga quería hacerles entender la cruda verdad, sino un día de estos ellas mismas se ofrecerían a las selecciones sin saber que solitas están firmando su muerte. En la espera de que llegase el camión, las internadas alemanas se agarraron de las manos formando un circulo, Olga escapo al ser descubierta sus compañeras empezaron a gritarlo y se dio prisa, no entendía el por qué hicieron eso, fue obligada a pertenecer en filas pero no se rindió, trataba se separase de sus compañeras mientras hacía unas cuantas maniobras, por fin el camión llego y la gente que estaba ahí retrocedió un  poco, quedo del lado de un palo que simbolizaba poder en Auschwitz, comenzó a mezclarse con otras barracas, se escabullo en la cocina y empezó a servir como si fuera de ahí, se ofreció para ayudar a cargar la comida y poder salir de ahí, y llegara su barraca, sin darse cuenta de que Magda la siguió he hizo exactamente lo mismo hasta que desapareció en otro bloque, no tuvo dificultad alguna para cambiarse de ropa con otra persona para no ser descubierta pero por poco lo iba a ser, los internadas de su barraca parecía que la habían reconocido y con la mayor tranquilidad les explico que la estaban confundiendo, pero eso no sucedió con Irka. Al día siguiente una muchacha fue enviada a despertar a Olga, decía que Irka quería sus botas pero Olga no las quería dar y ponía muchas excusas, así que le dijo que no y la chica le dijo que le darían otras, se las dieron mal pero no podía protestar ya que todavía se encontraba con vida.




Tomás Monsreal Karen Paola.
Grupo: 204.
Lunes 29 de abril de 2013
CAPITULO IX “LA ENFERMERIA”.
En el campo donde se encontraban no tenían hospital para atender a todas aquellas personas enfermas, llevaban semanas sin medios para atenderlos y sin productos farmacéuticos, hasta que se les informo que se construiría un hospital probablemente para ocultar algo malo. Fue nombrada miembro del personal de enfermería, así que trato de hablar con el jefe de médicos, el doctor Klein para que la dejaran atender las enfermedades de sus compañeras, pero el doctor la rechazo bruscamente ya que no se podía acercar  él sin ninguna autorización. Al amanecer siguiente la mando llamar para decirle que estaba a cargo del enlace que tuvieran los doctores, ya que no podía atenderlos porque ocupaba mucho de su tiempo precioso, necesitaban de enfermeras y la mayoría se ofreció voluntariamente, como no carecía de experiencia la destinaron al trabajo de enfermera. Probablemente el hospital se establecería en la barraca que se encontraba en las peores condiciones o sea la  N° 15, habían dos habitaciones, una a la derecha y otra a la izquierda, la derecha fue nombrada “enfermería” y la izquierda “farmacia”. Unas semanas después instalaron otro hospital en el extremo de la barraca, y tenían que conseguir entre cuatrocientos y quinientos pacientes. Carecían de agua y luz, la única luz que tenían procedía del pasillo y se les complicaba cada vez más mantener limpio el suelo de madera aun lavando dos veces al día el piso, era súper difícil sacar las manchas de sangre y de pus que quedaban de los intersticios. Contaban con muy como instrumental, solo tenían un gabinete sin anaqueles, dos mesas chascas que servían para poner los reconocimientos y los instrumentos, no tenían como esterilizar el material y corrían el riesgo de contraer una infección sus pacientes, de milagro nunca sucedió pero no ere basto su trabajo, contaban con 5 mujeres cuando el número ascendía de treinta a cuarenta mujeres en el campo.
El servicio empezaba a las cinco de la mañana pero se levantaban a las cuatro para tener todo listo, al día recibían mil quinientas mujeres y tenían que esperar a que les tocara su turno en filas de cinco, todo era corrido no descansaban casi nada hasta las tres de la tarde, era el momento en que comían y limpiaban todo otra vez, cerraban a las ocho de la noche y había veces en que trabajan hasta tarde, estaban abrumadas de su trabajo pero estaban confinadas a él, cuando se cansaban y creían que no podían más se mojaban la cara y el cuello para seguir y cumplir con la tarea que se les había asignado. Ya no dormían n la barraca de siempre ahora dormían ahí, tenían dos matas, una la ponían en el suelo y con la otra se tapaban, su vida había mejorado.



Tomás Monsreal Karen Paola.
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Lunes 29 de abril de 2013
CAPITULO X ”UN NUEVO MOTIVO PARA VIVIR”.
De vez en cuando atendían a hombres, generalmente era de los que trabajan en el campo de mujeres. Al llegar a su barraca veían la enfermería cerrada y o se podían negara a atenderlos ya que sus heridas eran causadas por el mismo trabajo, frecuentemente asistía un joven que llevaba años ahí adentro y lo llamaron “L”, tenía una herida ya de días en su rodilla y siempre que iba lo recibían con una enorme sonrisa y mientras lo curaban él contaba las noticias que trajera de las afueras. Era la única fuente confiable que tenían dentro del campo ya que la actitud de ahí era permanente, en ese tiempo ocurría una guerra, no sabían bien en qué consistía un, pero lo que tomaban de esos relatos lo tomaban a juego, hasta que por fin vieron que era así.
Todas las noticias que llevaba L eran como un suspiro para Olga, ya que estaba en una depresión tremenda, ocurrieron muchos cosas durante las guerra porque no solo hubo una sino varias, los soldados eran fusilados en el bosque de Birkenau, en mayo murieron 360000, en junio 512000y en julio 442000 víctimas. Los alemanes dejaban unos cuantos vivos para que sea más rápido el exterminio de víctimas, se les obligaba a participar en trabajos sucios de los cuales no querían pero tenían que hacerlo de lo contrario terminarían como los demás “muertos”.
Una vez que eran exterminados se recogían los cadáveres con un montacargas y se metían a los crematorios, las mismas cenizas de la gente que era cremada se utilizaban para abonos de la granja de labor y también para los jardines aleñados.





Tomás Monsreal Karen Paola.
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Lunes 29 de abril de 2013.
CAPITULO XI “CANADA”.
Canadá, en nuestro tiempo suena como lo que aparenta la palabra, un país haciendo referencia en el continente americano, pero no.
Canadá, fue el nombre que le dieron a un edificio en el cual, los alemanes almacenaban las pertenencias de aquellas personas reportadas y de los judíos.
A través de que ciertos prisioneros, tenían acceso a las pertenencias, se empezó a crear el “mercado negro”, donde se dio la lucha por sobrevivir; aunque, se formulan los siguientes cuestionamientos: ¿vestirse o comer?
Para finalizar, habla acera de los checoslovacos y gran favor y trueque donde ellos, son los protagonistas.
Cuando fueron prisioneros de alemanes, a cambio de objetos lujosos y algunos raros, los checoslovacos gozaban de privilegios: mandar cartas a sus familiares pidiendo objetos para cubrir sus necesidades, comida, ropa e incluso gozaban el gran privilegio de estar en celdas diferentes, y con familiares unidos.
A los alemanes les conmovía ver romances en el campo de concentración, hubo un amorío de un checoslovaco con una judía, el ofreció unos diamantes hermosos a cambio de que los dejaran un par de días juntos, y así fue. Pasaron los días y los separaron, los hombres tenían que subir a una camioneta para irse y a las mujeres las pegaban a la pared para que intervinieran, por supuesto él no quería irse y solo le susurró al oído que cuando viera salir el humo de la panadería significa su adiós hacia ella, empezaron a someterlo y ella solo veía como le pegaban y lo maltrataban, sin embargo no pudo hacer nada y ese fue el último día en que se vieron.








Tomas Monsreal Karen Paola
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