Capítulo
VII
Una
proposición en Auschwitz
En este capitulo Olga cuenta que conoció a un joven polaco que sonreía a pesar del
descarnado espectáculo que a diario tenía que presenciar. Llevaba cuatro años
en campos de concentración. Inician una amistad. Tadek invita un día a Olga a
salir de la barraca y la lleva a un apartado donde otros reclusos –había muy
pocos hombres- cocinaban una papa. Para Olga aquello era inconcebible pues
ningún alimento que se precie de serlo, era destinado a los reclusos. Tadek
mostró pronto sus intenciones al querer seducir a Olga quien pronto se
desilusionó del único amigo que tenía. Tadek no se disculpa, habla con Olga y
le dice que la vida en un campo de concentración es horrible y todos tenían que
procurarse pequeños placeres. Por medio de sus contactos, Tadek intercambiaba
comida por sexo. Olga llevaba días sin probar bocado y va a un apartado donde
había escuchado que los hombres se reunían y que existía la posibilidad de que
alguno compartiera un mendrugo de pan. Sin embargo, encontró a hombres y
mujeres apretados en la pequeña estancia donde el mercado negro de favores
sexuales por algún pedazo de mantequilla eran las reglas del juego. Una anciano
que remojaba su pan se encontró con un pedazo de patata que, por carecer de
dientes no podía tragar, se lo ofreció a Olga y cuando aquella se proponía
comer su precioso bocado, le fue arrebatado por otra mujer. De nada sirvió el
reclamo. La ley del más fuerte se imponía.
JAVIER ALDAIR JIMENEZ OLMOS GRUPO 204
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