domingo, 21 de abril de 2013


Capítulo VII

Una proposición en Auschwitz

En este capitulo Olga cuenta que conoció a un joven polaco que sonreía a pesar del descarnado espectáculo que a diario tenía que presenciar. Llevaba cuatro años en campos de concentración. Inician una amistad. Tadek invita un día a Olga a salir de la barraca y la lleva a un apartado donde otros reclusos –había muy pocos hombres- cocinaban una papa. Para Olga aquello era inconcebible pues ningún alimento que se precie de serlo, era destinado a los reclusos. Tadek mostró pronto sus intenciones al querer seducir a Olga quien pronto se desilusionó del único amigo que tenía. Tadek no se disculpa, habla con Olga y le dice que la vida en un campo de concentración es horrible y todos tenían que procurarse pequeños placeres. Por medio de sus contactos, Tadek intercambiaba comida por sexo. Olga llevaba días sin probar bocado y va a un apartado donde había escuchado que los hombres se reunían y que existía la posibilidad de que alguno compartiera un mendrugo de pan. Sin embargo, encontró a hombres y mujeres apretados en la pequeña estancia donde el mercado negro de favores sexuales por algún pedazo de mantequilla eran las reglas del juego. Una anciano que remojaba su pan se encontró con un pedazo de patata que, por carecer de dientes no podía tragar, se lo ofreció a Olga y cuando aquella se proponía comer su precioso bocado, le fue arrebatado por otra mujer. De nada sirvió el reclamo. La ley del más fuerte se imponía.

JAVIER ALDAIR JIMENEZ OLMOS         GRUPO 204
 

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